La historia de Walter Montillo en la Universidad de Chile
En 2008, Walter Montillo llegó a la Universidad de Chile en una de las transacciones más costosas del fútbol chileno de ese año. El club desembolsó cerca de un millón de dólares para asegurar la firma del talentoso mediocampista argentino, quien firmó un contrato por cinco años. Montillo hizo su debut oficial el 14 de febrero de 2008, en un partido disputado en el estadio Sausalito de Viña del Mar contra Everton.
A pesar de un comienzo difícil, donde no cumplió con las expectativas inicialmente, Montillo demostró su valía a lo largo del tiempo y se ganó el corazón de los hinchas. En 2009, fue el principal arquitecto del equipo que se coronó campeón del Torneo Apertura chileno, siendo reconocido por su técnico Sergio Markarián como el cerebro detrás de las jugadas más decisivas del equipo.
En 2010, Montillo alcanzó una mayor visibilidad internacional durante la Copa Libertadores, especialmente en Brasil, tras destacar en los enfrentamientos contra Flamengo. Uno de sus momentos más recordados fue su gol de cobertura en el partido de vuelta de los octavos de final contra el equipo brasileño. Aunque Universidad de Chile perdió ese encuentro 2-1, lograron avanzar a la siguiente fase gracias al criterio de gol de visitante, habiendo ganado el partido de ida por 3-2.
Montillo vivió momentos emotivos durante su tiempo en La U, dedicando sus goles a su hijo recién nacido, Santino, quien nació con síndrome de Down. Los hinchas del club se conmovieron con su historia, llegando incluso a crear cánticos en honor al pequeño.
Montillo hizo história en La U
Su desempeño en La U atrajo el interés de clubes importantes de Brasil, incluyendo Flamengo y Vasco da Gama, pero finalmente fue Cruzeiro quien logró ficharlo, tras recibir recomendaciones de su compatriota Juan Pablo Sorín. Montillo se convirtió en una de las grandes figuras del equipo brasileño, consolidando su carrera en el fútbol sudamericano.
La historia de Montillo en Universidad de Chile es recordada con cariño por los aficionados, no solo por su talento en el campo, sino también por su humanidad y la conexión especial que desarrolló con el club y su hinchada.