¿Cómo surgió el apodo “Ballet Azul” para la U?
La historia del fútbol chileno tiene capítulos inolvidables, pero pocos tan brillantes como la década dorada de Universidad de Chile, conocida como la era del “Ballet Azul”. Entre 1959 y 1969, este equipo no solo dominó el fútbol local, sino que también dejó una huella imborrable en la memoria de los hinchas y en la identidad del club.
Durante estos años, la Universidad de Chile alcanzó la cima del fútbol nacional, ganando seis campeonatos de liga (1959, 1962, 1964, 1965, 1967 y 1969). Bajo la dirección técnica de Luis Álamos y con jugadores de la talla de Leonel Sánchez, Carlos Campos, Ernesto Álvarez, y Rubén Marcos, el Ballet Azul desplegó un fútbol vistoso, ofensivo y efectivo que cautivó a toda una generación.
El apodo de “Ballet Azul” surgió precisamente por el estilo de juego elegante y coordinado que desplegaba el equipo, similar al de una compañía de ballet sobre el césped. Los partidos de la U se convirtieron en espectáculos de precisión, habilidad y contundencia, que no solo aseguraban victorias, sino que deleitaban a los aficionados.
Una de las mayores goleadas de esa época dorada fue el 9-1 contra Magallanes en 1962, un marcador que permaneció como la mayor victoria del club en un partido oficial hasta que, en 2023, el equipo dirigido por Mauricio Pellegrino superó ese récord al derrotar 10-0 a Chimbarongo en la Copa Chile.
El Ballet Azul también tuvo un impacto más allá de las fronteras chilenas, participando en varias ediciones de la Copa Libertadores y dejando una buena impresión en el ámbito internacional. Aunque no lograron conquistar el máximo torneo continental, su estilo y calidad de juego fueron reconocidos en toda América Latina.
El legado del Ballet Azul va más allá de los trofeos; se trata de una época en la que Universidad de Chile se consolidó como uno de los grandes del fútbol sudamericano. Hoy, el recuerdo de ese equipo sigue vivo en la memoria de los hinchas, y cada vez que la U alcanza un logro significativo, como el reciente 10-0 sobre Chimbarongo, la comparación con esa generación dorada es inevitable.