
Entre todas las hazañas deportivas de Carlos Héctor Campos Silva, la más extraordinaria no ocurrió en una cancha de fútbol, sino en su vida personal. En 1963, el “Tanque” protagonizó un gesto que definiría para siempre su leyenda: reprogramó su propio matrimonio para no perderse un superclásico contra Colo Colo.
El amor por la U superó todo
La historia se remonta a cuando Campos había fijado la fecha de su boda, pero el calendario futbolístico tenía otros planes. Universidad de Chile debía enfrentar a su archirrival en una fecha que coincidía exactamente con su ceremonia matrimonial. Para cualquier persona normal, la decisión habría sido obvia: el matrimonio primero, el fútbol después.
Pero Carlos Campos era un romántico viajero en el sentido más literal de la expresión, alguien que había entregado su vida entera al club desde los 11 años y que consideraba cada partido como una cuestión de vida o muerte. Su novia, consciente del hombre con quien se casaba, comprendió la magnitud de la decisión.
La recompensa del destino
El destino premió esta demostración de amor incondicional. En ese superclásico reprogramado, Campos no solo jugó, sino que brilló con luz propia. Marcó un triplete memorable en la victoria azul por 6-3, convirtiendo su sacrificio personal en una de las actuaciones más recordadas de la historia del fútbol chileno.
Un legado eterno
Esta anécdota resume perfectamente la personalidad de Carlos Campos: un hombre que amó a Universidad de Chile por sobre todas las cosas, literal y figurativamente. Su decisión de postergar su matrimonio no fue capricho, sino la manifestación más pura de una pasión que lo definió durante toda su vida.
Hoy, cuando recordamos al máximo goleador histórico de la U, esta historia trasciende los 199 goles y los seis títulos. Representa el amor verdadero por una camiseta, un compromiso que pocos futbolistas han demostrado con tal intensidad. Carlos Campos no solo reprogramó su boda; reprogramó las prioridades del fútbol chileno, demostrando que existe un amor más grande que cualquier otro: el amor por Universidad de Chile.